La universidad pública y la empresa privada

El pasado viernes 8 de abril tuve el placer de participar en las jornadas «Phylantropy and fundraising in young universities» – Filantropía i Captación de fondos- organizadas por la Universidad Pompeu Fabra donde ofrecí una ponencia bajo el título «Sociedad del Conocimiento», conjuntamente con otras directivas y directivos de alto nivel.

El eje central del evento giró entorno a la necesidad de recursos de la universidad pública provenientes de otros fondos más allá de la Administración competente debido a los recortes en gasto público. En mi ponencia quise además destacar las relaciones de ésta con la empresa privada y su papel en la sociedad.

Es necesario que una parte de la sociedad financie con donaciones la educación superior

La participación del tejido empresarial en la formación de profesionales sería un proceso lento, a base de generar relaciones de confianza pero, a la larga, se convertiría en un retorno importante para la sociedad gracias a las organizaciones que apostaron por generar conocimiento y valores en las universidades del estado.

Bajo mi punto de vista, la universidad debe ser activa, no pasiva

En nuestro caso, ninguna universidad nunca se ha puesto en contacto con nosotros, ni con una empresa como la nuestra. Quizás por ser una empresa del sector terciario, aunque es precisamente este sector el mayoritario en nuestro país; quizás por nuestro tamaño, aunque somo del tamaño de la gran mayoría de las empresas del país; o quizás porque pertenecemos a un mundo «old fashioned», pasado de moda. Lo cierto es que nunca nadie nos ha dicho nada y disponemos de muchos datos que podrían ser de interés o, incluso, podríamos facilitar a los estudiantes de psicología la asistencia a reuniones de vecinos, ¡una gran escuela de como son las relaciones humanas!

El talento no tiene precio ni clase

En otro orden de cosas, también quise destacar el aumento de precios de las matrículas. No dudo que se deba hacer, pero éstas deben ser proporcionales a la renta. Es por eso que deberían existir programas de becas para que nadie que quiera estudiar y valga para ello se quede fuera del sistema universitario.

Por último, también quise remarcar el cambio que ha sufrido la universidad como institución crítica y de debate de la sociedad, un papel primordial que en algún momento tuvo. El cambio de actitud de los estudiantes y de la sociedad frente al posicionamiento de la universidad es remarcable y ello se hace patente viendo que los alumnos solo se movilizan en la calle para reclamar los precios de las matrículas y los cambios curriculares en lugar de hacerlo para exigir recuperar ese papel tan importante que desempeñaba hace años como pilar fundamental en la reflexión crítica de la sociedad y el mundo.

 Immaculada Amat

Co-Directora